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| Nunca me fui; todavía estoy aquí, esperando. |
El viejo Blackwood Manor se alza sobre una colina, su silueta oscura y ominosa contra el cielo nocturno. Los lugareños susurran leyendas de una tragedia que mancha sus muros. Cuenta la historia que Mary, una joven prometida que fue asesinada brutalmente dentro de sus muros hace décadas, permanece atrapada entre los mundos, su alma atormentada vagando por los pasillos abandonados.
En una noche de tormenta, un grupo de jóvenes, en busca de emociones fuertes, se adentra en la mansión. A pesar de las advertencias, la curiosidad los impulsa a desafiar la oscuridad. El aire se siente pesado, cargado de una energía maligna palpable. Un escalofriante viento helado recorre la casa, cada puerta que cruzan resuena con un crujido que helaba los huesos.
Mientras se adentran en la casa en ruinas, un susurro casi inaudible comienza a hacerse presente. Es un lamento agudo, que rebota en los muros vacíos y se instala en sus mentes, agudizando sus sentidos. La temperatura baja drásticamente, sus aliento se convierte en vapor visible. De repente, un frío y penetrante olor a tierra mojada y sangre invade el lugar.
Ven una figura en la distancia, blanca como la nieve, con el cabello largo y ensortijado que le oculta el rostro. El susurro se intensifica, convirtiéndose en un grito desgarrador, y la figura se materializa frente a ellos. Es Mary, su rostro es una máscara de horror y furia, sus ojos ardientes como brasas. Sus manos, largas y huesudas, se alargan como garras, buscando desesperadamente contactar a sus víctimas.
Es una danza macabra, una cacería mortal dentro de las ruinas. El miedo paraliza a los jóvenes, mientras Mary se acerca, sin piedad, con una velocidad sobrenatural. Uno a uno, caen presa de su ira, sus gritos mezclados con los susurros de la casa, creando un concierto infernal que sacude hasta los cimientos de la mansión.
Al amanecer, Blackwood Manor permanece en silencio. Solo el viento gélido sigue susurrando el lamento eterno de Mary, esperando pacientemente su próxima víctima. El único testigo de la masacre es una muñeca rota, que guarda el terrorífico recuerdo de esa noche.
